Aeropuerto a consulta, el engaño

Ciudad de México.- Desde el pasado 13 de noviembre de 2015, Andrés Manuel López Obrador desacreditó el proyecto de Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM), al tiempo que anunciaba su propia alternativa. Apoyado por su contratista favorito durante su gestión como Jefe de Gobierno de la CdMx, José María Rioboó, y por su también amigo, el ingeniero agrónomo Sergio Samaniego, presentó como alternativa la ampliación de pistas en la base aérea de Santa Lucía.

Se dio a conocer el proyecto arquitectónico, pero jamás se presentó un estudio serio de factibilidad técnica que sustentara la idea. También se omitió mencionar que el propio Rioboó había intentado participar sin éxito en un concurso de licitación para el diseño de las pistas en Texcoco, seguramente en ese momento no le parecía inviable ese proyecto. 

La idea de Santa Lucía carece por completo del más mínimo rigor técnico y científico para afirmar que es viable, es una ocurrencia coyuntural para desacreditar lo que parecía la obra de infraestructura y ambiental más importante en décadas.

López Obrador abanderó Santa Lucía a sabiendas de que nunca sería factible ni económica ni técnicamente.

El Presidente electo sabe perfectamente que sólo por su nivel de avance (a pesar de su enorme rezago) y por los enormes compromisos financieros adquiridos alrededor de la obra, es imposible suspender de plano el proyecto en Texcoco.

La cancelación de los contratos supone un costo de más de 100 mil millones de pesos, y la recolocación de bonos y créditos que asciende a casi 30 mil millones de pesos sería totalmente irrealizable. 

El costo total por abortar sería de más del doble de lo que costaría terminar de construir. Además, López Obrador conoce el tamaño de los intereses que giran alrededor de Texcoco, nunca lo sabremos, pero tal vez dentro de esos intereses incluso se encuentren algunos que ayudaron a fondear su campaña presidencial. 

La realidad es que López Obrador es un convencido de continuar con la construcción del NAICM en Texcoco como se tiene previsto, o incluso de concesionarlo al 100% (ha dejado abierta esa posibilidad), pero decirlo abiertamente equivale a  un déficit político altísimo para él, quedaría como un traidor entre su propia clientela cautiva que espera una posición radical y contraria a la de la actual administración en este tema y en todos los posibles. 

Es por ello que ha decidido llevar a cabo una peculiar consulta, un ejercicio tan ilegítimo que nisiquiera tendrá efectos vinculantes sobre la decisión que se tome acerca de la ubicación del nuevo aeropuerto. 

No hay tal dilema entre Texcoco y Santa Lucía, no existe ni punto de comparación entre un proyecto serio, bien planeado y avalado por estudios técnicos; y una ocurrencia anunciada en su momento con el único fin de espejear con el gobierno con miras a la elección presidencial.

La encuesta de López Obrador es meramente política, no tiene nada que ver con un ejercicio de participación ciudadana, violenta la ley federal de consulta popular, además es organizada por un grupo de personas que no tienen facultad legal alguna para llevarla a cabo. Sus preguntas están totalmente sesgadas e inducidas, incluso las boletas serán impresas con el mismo color de su partido.

La consulta es un engaño tan burdo que funcionarios del gobierno electo desacreditan dolosamente el proyecto de Texcoco y echan porras a Santa Lucía generando un falso debate en la opinión pública, una polémica sin sentido, y un dilema que no existe nisiquiera en la mente del Presidente electo.

Es así como López Obrador pretende justificar una decisión impopular para con sus huestes y salir del laberinto que él mismo construyó. El ‘resultado‘ de la consulta está facturado: seguramente el aeropuerto se construirá en Texcoco; no porque este bien planeado y sustentado el proyecto, no por los beneficios que traerá a nuestro país su construcción en competitividad o generación de empleos o crecimiento económico; se hará en Texcoco porque Andrés Manuel así lo tiene decidido y así le conviene. Con el resultado de la consulta, López Obrador no cumplirá con las expectativas de muchos de sus votantes; pero al final si quedará bien con su gente; ya que su decisión, que debiera ser un acto de gobierno, será compartida con los que participen en ese engaño de consulta. Veremos.

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