AMLO y Trump: los populismos se encuentran

Ciudad de México.- La inminente visita de Andrés Manuel López Obrador a su homólogo Donald Trump, marca un brusco giro en la estrategia internacional seguida hasta ahora. Su primer viaje al exterior no reportará ningún beneficio a nuestro país, sino que más bien lo expone a una serie de riesgos e inconformidades tanto de los migrantes mexicanos quienes a pesar de su enorme influencia económica y social serán ignorados en esta visita, así como de los integrantes del opositor Partido Demócrata quienes asumen el encuentro como un apoyo electoral a su contrincante. El pretexto esgrimido por el gobierno mexicano es “atestiguar” la entrada en vigor del nuevo tratado comercial con Estados Unidos y Canadá aunque el primer ministro Justin Trudeau no asistirá a la reunión. Este es un viaje totalmente inapropiado por donde se le vea.

López Obrador había mantenido el argumento de que “la mejor política exterior es la política interior”, sin embargo, ahora se impone el principio de que “la mejor política exterior es aquella que se inmiscuye en los asuntos internos de otras naciones”. Esto es así porque su primera visita al extranjero es para apoyar la reelección de quien, en estos momentos, es el principal generador de hostilidad para las 32 millones de personas de origen mexicano que radican en los Estados Unidos. A sólo cuatro meses de las elecciones presidenciales la visita representa oxigeno revitalizador para Donald Trump quien, de acuerdo con las encuestas dadas a conocer este fin de semana, se encuentra por debajo de su oponente Joe Biden quien le lleva una amplia ventaja de entre 8.8 y 12 puntos porcentuales, incluso entre los sectores más conservadores del electorado norteamericano, como los evangélicos.

El descenso en las preferencias electorales del gobernante republicano deriva del pésimo manejo de la crisis del coronavirus, del profundo desempleo que generó y del discurso racista e intolerante que promueve en todas las esferas de la Unión Americana. En la misma línea se encuentra AMLO quien ha llevado a cabo un equívoco manejo de la crisis sanitaria dejando en el abandono a importantes sectores vulnerables. El malestar social crece en México y por ello su necesidad de proyectar una imagen de estadista que no tiene. El viaje es un pago de favores por el petróleo que Estados Unidos prestó a México derivado de la última reunión de la OPEP, así como por la venta de equipos médicos en medio de la pandemia.

El canciller Marcelo Ebrard debería recordar a su jefe las palabras de Henry Kissinger en su obra Diplomacia (1996): “en un mundo donde los Estados Unidos a menudo tienen que lograr un equilibrio entre sus valores y sus necesidades, han descubierto que sus ideales y objetivos geopolíticos se funden notablemente en el continente americano, donde se originaron sus aspiraciones y donde se aplicaron sus primeras grandes iniciativas de política exterior (…) el liderazgo mundial es inherente al poderío y los valores norteamericanos, pero no incluye el privilegio de suponer que están haciendo un favor a otras naciones al asociarse con ellas”.

Ahora que se necesitan, los conservadores se encuentran. El populismo supremacista de Donald Trump se articula con el populismo mesiánico de López Obrador. Ambos son coincidentes en restringir a la democracia, porque es un sistema político que les incomoda profundamente con sus límites legales e institucionales, así como por los pesos y contrapesos que establece para evitar los abusos de poder.

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Twitter: @isidrohcisneros

 

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