A más de 20 años, sin justicia para los asesinados en Acteal

Ciudad de México.- El próximo 22 de diciembre se cumple un aniversario más de la Masacre de Acteal, donde fueron asesinadas 45 personas desarmadas, mientras oraban en una pequeña capilla, en la población de Acteal municipio de Chenalhó, Chiapas en 1997. Y para ellos aún no hay justicia.

A unos días de recordar esa matanza, se publicó el libro “El dolor de Acteal. Una revisión histórica 1997-2004” de Mónica Uribe, quien después de una investigación de casi dos años expone la responsabilidad que tuvo el ex presidente Ernesto Zedillo.

Asegura que los hechos de Acteal obedecieron a la omisión de las autoridades federales y al claro interés por acabar con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) mediante el ejercicio de la fuerza pública. Sólo que los masacrados pertenecían a Las Abejas, un grupo que no buscaba la vía armada como los zapatistas.

La matanza de Acteal, es un hecho derivado de los problemas sociales, de la gran disparidad del ingreso y de las diferentes etnias y culturas. Es resultado de la incomprensión de las formas tradicionales de organización social y de un ejercicio de las políticas públicas desprovisto de una visión integral de la persona humana.

El impacto del factor religioso en esos hechos, como se mencionó en primera instancia en las investigaciones por las autoridades federales, a un año de los acontecimientos, no se sostiene a la luz de las investigaciones ulteriores. Los rezagos más sentidos estaban, y siguen estando, en las áreas indígenas.

Se analiza en el texto la participación de la diócesis de San Cristóbal de las Casas a cargo del obispo Samuel Ruiz, quien ya falleció, sobre todo en la denuncia de las condiciones de pobreza y la presencia de los paramilitares en esa zona, sin que las autoridades las atendieran.

Mónica Uribe revela que “poco se ha dicho, pero un factor importante en todo el tema de Chiapas fue Liébano Sáenz, el todopoderoso secretario particular de Ernesto Zedillo. El hoy director de Gabinete de Comunicación Estratégica y articulista en el periódico Milenio tuvo una influencia importantísima en la toma de decisiones durante el gobierno de Zedillo, como un secretario de Gobernación alterno, que solía hacer valer su poder en detrimento de los titulares del cargo. Liébano Sáenz, cristiano adenominacional, prohijó a Hugo Érick Flores (actual dirigente del Partido Encuentro Social), otro cristiano adenominacional que tuvo mucho que ver en la excarcelación de algunos de los agresores de Acteal, so pretexto de la falta del debido proceso.

Sáenz era un actor político muy autónomo, a pesar de todo, con una agenda propia y que, según diversos testimonios, siempre estuvo al tanto de los sucesos en Chiapas e influyó en las decisiones presidenciales sobre el tema, si no es que él mismo tomó las decisiones y las operacionalizó. Su agenda iba en contra de la teología indígena de San Cristóbal de las Casas”.

En entrevista, Mónica Uribe consideró que los asesinados: 16 niños, niñas y adolescentes; 20 mujeres, siete de ellas estaban embarazadas, y nueve hombres adultos, oraban en el momento en los masacraron, esto los convierte “en mártires y deberían ser canonizados, porque murieron por su fe”. 

Propuesta que deberá de analizar el actual obispo Rodrigo Aguilar de la diócesis de San Cristóbal de las Casas.

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