No hay responsables por la violencia en México

Foto: Reuters

Las discusiones entre el gobierno actual y sus predecesores ante la nueva ola de violencia en México se han centrado en culpabilizarse mutuamente; ninguno aceptando su responsabilidad. 

Luego del último evento que viró la atención nuevamente hacia el país, Felipe Calderón apareció en redes sociales criticando a la actual administración: 

“(…) Asuman ya su responsabilidad como gobierno! Si no ¿para qué pidieron el voto, si no iban a resolver los problemas de la gente?”, escribió en su cuenta de Twitter. 

Ante los señalamientos, el presidente de México Andrés Manuel López Obrador ha culpado repetidamente a las decisiones tomadas por los gobiernos anteriores. 

“Están defendiendo a una estrategia fracasada. ¿Qué es lo que quieren? Que usemos toda la fuerza del Estado, que no nos tiemble la mano”, dijo en su conferencia matutina. 

Las discusiones han polarizado a la población, fomentando la caricaturización de las figuras presidenciales. 

De esta forma, algunos se unen a Felipe Calderón, seleccionando únicamente la información conveniente para fortalecer la imagen del “gobierno de la mano dura”. 

Mientras que los defensores de López Obrador defienden una serie de estrategias que, en tres años, no han dado fruto. 

La responsabilidad se divide entre tres 

Sería incorrecto referir que la violencia en el país surgió con el mandato de Calderón. 

Sin embargo, datos de la empresa de investigación TResearch reflejan sus fallas estratégicas. 

En el periodo que comprendió su gobierno, los homicidios dolosos se dispararon al 100% con respecto al de Vicente Fox. 

Según un artículo publicado en 2013 por la universidad de Harvard, el fenómeno que, para ese año, ya venía al alza se debía a dos razones. 

Primero, a las disputas causadas por los traficantes que luchan por el control del mercado y, segundo, a la guerra entre las fuerzas del orden contra los traficantes. 

«Ambas fuentes de violencia interactúan causando que México quede encerrado en un “equilibrio violento que se refuerza a sí mismo”», aseguran. 

Además, se unen otros factores como la corrupción, la cual creó un fuerte nexo entre el régimen de Calderón y el narcotráfico. 

Tal es el caso de la ya conocida relación de Genaro García Luna, ex secretario de Seguridad Pública durante este sexenio, con el Cártel de Sinaloa. 

Las cifras no dejaron de crecer cuando le sucedió Enrique Peña Nieto (EPN).  

Los homicidios, pero también la pobreza, la corrupción, la desigualdad y los feminicidios acompañaron la tendencia. 

Su sexenio dio mayor importancia al manejo del país bajo la teoría neoliberalista y descuidó la guerra que ya se encontraba bien estructurada por su predecesor. 

La crisis era el resultado de cambios en el modus operandi de los delincuentes junto con la inmovilización estratégica de las instituciones judiciales y policiales de México. 

De esta forma, EPN cerró con 156,066 homicidios dolosos para el último día de su presidencia. 

La violencia en la 4T 

En sus primeros tres años de gobernatura, la 4T ha acumulado 124,395 homicidios dolosos y se espera que para el final del sexenio se llegue a los 212,574. 

El presidente propuso combatir el problema desde la formación y prevención antes de llegar al combate. 

“La violencia genera más violencia”: un concepto, en teoría, lógico, más en práctica, no suficiente. 

El periodista Ciro Gómez Leyva declaró en su programa que queda “la impresión” de que el presidente abandonó al país al declarar que la Sierra de Chihuahua es una zona dominada por la delincuencia. 

La actitud pasiva y a veces desligada del presidente da pie a que los grupos delictivos continúen arrasando con todo a su paso. 

Ciertamente, la delincuencia no ha nacido con el gobierno de la cuarta transformación, no obstante, urge que la administración repare en la responsabilidad del crecimiento. 

La fuerte incidencia de crímenes violentos en el país es un fenómeno que impacta en todo el mundo porque las causas parecen desconocidas. 

Debido a esto, es necesario comprender que habrá errores en las estrategias, sin embargo, también es importante analizar las fallas para pensar en nuevos planteamientos.

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