Marko Cortés y los nubarrones en su horizonte

Marko Cortés y los nubarrones en su horizonte. Los triunfos electorales se construyen con mucho trabajo y con una nada despreciable cuota de esperanza.

En democracia nada está decidido de antemano, aunque siempre hay quien tiene más posibilidades de resultar vencedor.

A los votantes no les gusta optar por perdedores y de ahí que sea indispensable el plantear narrativas que se refieran a las posibilidades de la victoria y no a las rigideces de la derrota.

Es básico, pero al mejor cazador se le escapa la liebre.

Es quizá lo que le ocurrió a Marko Cortés, el líder del PAN, cuando confesó que de las seis gubernaturas que se disputarán en 2022 solo están en posibilidades de ganar en Aguascalientes.

Lo dijo en una reunión privada con panistas de ese estado, pero alguien difundió el audio y el escándalo no se hizo esperar.

La actitud de Cortés contrasta con la historia de su partido y con dos de sus victorias más relevantes: las de Vicente Fox y Felipe Calderón.

Los dos llegaron a la presidencia de la República a pesar de las apuestas que existían en su contra, algunas de sus propios compañeros de partido.

Marko Cortés y los nubarrones en su horizonte. 

En ambos casos derrotaron primero a las burocracias partidarias, –y en el caso de Calderón al propio presidente Fox, quien impulsaba a Santiago Creel como candidato– y después al PRI y al PRD, al primero en 2000 y al segundo en 2006.

Marko Cortés. Foto: Vickomendoza.

Fox derrotó a Francisco Labastida y Calderón a Andrés Manuel López Obrador.

Esto no habría sido posible con una mala actitud, para empezar, aunque también se requirió de estrategia y de una buena lectura sobre lo que estaban pensando los electores.

Algo similar podría decirse del triunfo de Ernesto Ruffo en Baja California y de Francisco Barrio en Chihuahua, donde el PAN derrotó, en su momento, a las poderosas estructuras del priismo y a sus gobernadores.

Esto no quiere decir que no se debe ser realista al analizar los escenarios del próximo año.

Pero es suicida derrotarse de antemano y más cuando se pretende armar una alianza con el PRI y el PRD en la mayoría de los estados donde habrá contienda.

La información debe servir para actuar y no para postrarse.

Los malos augurios suelen cumplirse cuando no se hace algo al respecto, cuando no se trabaja para cambiar el panorama, impulsando una propuesta coherente y acompañada de candidatos competitivos.

El PAN es la primera fuerza de oposición y por ello es alarmante lo que opina su dirigente, quien luce derrotado aún antes de que inicie la batalla.

Lo que está en juego son seis gobiernos estatales que en conjunto representan el 10.3 por ciento del BIP y el 12 por ciento del Padrón Electoral.

Eso, entre otras muchas cosas, representan Aguascalientes, Durango, Tamaulipas, Hidalgo, Quintana Roo y Oaxaca.

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