La profecía del 2024

Ante una muchedumbre en la principal plaza de la capital del país, el presidente López Obrador esbozó su confianza en la continuidad política de la 4T para el próximo sexenio.

Cree que cualquiera de los aspirantes del morenismo tendrá el respaldo suficiente para continuar con su legado.

La conmemoración de la expropiación petrolera fue el pretexto para colocar con claridad el mensaje de que no piensa variar de posturas, que seguirá impulsando un esquema de polarización en el que no hay espacio para “las medias tintas” ni para el zigzaguear.

Sea deliberada o no, hay una cierta imposibilidad presidencial de reconocer a los que piensan distinto, asunto que conlleva riesgos, porque la democracia se funda y sostiene en la posibilidad de los acuerdos.

Reprochó a los que llama intelectuales racionalistas, su incomprensión para aquilatar la dimensión de los procesos políticos, “donde intervienen también factores como la suerte, la genialidad de los dirigentes y los sentimientos del pueblo”.

Para López Obrador, la degradación y “la paz de las componendas y la corrupción” iniciaron en con la llegada de Manuel Ávila Camacho a Los Pinos en 1940, en una variación ya que antes colocaba el momento del derrumbe con la presidencia de Miguel de la Madrid Hurtado.

Ahora el titular del Ejecutivo va más lejos, quitándose el escollo que significaba respaldar a expresidentes como Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría.

La profecía del 2024

También se refirió a la propia sucesión en el cardenismo, al desplazamiento del general Francisco Mújica, en el entendido de que se tenía que garantizar la continuidad del proyecto, aunque fuera sacrificando al más cercano.

Interesante reflexión que podría estar adelantado las dificultades de la propia selección de su eventual relevo, pero insistiendo en que el perfil que prevalezca sea el más parecido al suyo, en una suerte de Maximato renovado.

Es el intento de conjurar una profecía, la del 2024, donde la clave será, desde la perspectiva presidencial, atemperar a la derecha política y partidista, y es ahí donde el péndulo de su propio movimiento no dejará de oscilar.

Es más, en la cronología que lo anima y que sustenta su visión, coloca como los dos mandatarios de mayor relieve, en el siglo XX, a Francisco I. Madero y Lázaro Cárdenas. El primero por su compromiso democrático y el segundo por su obra de carácter social.

Esto le permite hacer una surte de espejo, con su propia situación, en el que compara las críticas permanentes contra Madero, de las oligarquías y los medios de comunicación y la hostilidad de los conservadores contra las políticas del general Cárdenas.

Para López Obrador está claro que el adversario principal es el PAN, organización que surgió, lo recordó en el Zócalo, como una reacción a la expropiación petrolera y al propio cardenismo.

Aprovechó, López Obrador, para recordar a Genero García Luna como ejemplo de la corrupción ligada al narcotráfico.

En ese sentido, resulta evidente que la utilidad que puede significar la condena al exjefe policial será siguiendo explotada en los próximos meses.


Publicado en Forbes México el 21 de marzo de 2023.

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