Se acerca noviembre. Los pronósticos indican una elección cerrada entre Kamala Harris y Donald Trump.
El mundo entero está conteniendo el aliento, sobre todo porque el retorno del candidato Republicano a la Casa Blanca puede significar un retroceso en términos de democracia y libertades.
Esta vez, sus partidarios y operadores, tienen mayor claridad sobre las instituciones que tienen que desmontarse, para reducir controles sobre el poder ejecutivo.
Recordemos aquella idea de Steve Bannon de desmantelar la administración y los llamados de Kellynne Conway de habituarse a lo que sería un shock para el sistema.
Ambos asesores de Trump ya daban pistas que se pueden convertir en llamados a la acción, dependiendo del resultado en las urnas.
Muchas cosas pueden estallar por los aires si los Republicanos vencen, pero esta posibilidad está lejos de ser una realidad, porque Harris está haciendo una buena campaña, aunque aún no se manifieste con los niveles de emoción y compromiso que son tradicionales entre los Demócratas.
El voto de los latinos puede resultar crucial. Los Demócratas han mantenido ventaja en ese sector, aunque con diferencias, porque es un mosaico cultural diverso.
En escenarios polarizados, como el actual, donde hay diferencias en cada uno de los aspectos relevantes del escenario público, el sufragio de los latinos puede variar.
Por ejemplo, en 2004, el demócrata John Kerry mantuvo un 58% pero George W. Busch lo favorecieron un 41 % de los hispanos y en ello influyó, notablemente, la oposición al aborto.
Esto es así, porque quienes tienen su origen en México y en América Central, son bastante conservadores en temas que atañen a las familias.
Barack Obama logró uno de los respaldos hispanos más relevantes, al alcanzar un 71% de esos votantes y dejando a Mitt Rommey con un 27%.
Kamala Harris y Donald Trump, una elección para contener aliento
De alguna manera, el impacto tuvo esos rangos, porque la estrategia de Obama desplegó una segmentación específica que en 2008 que le significó un 67% frente al 31% de John McCain, la que, por cierto, afinó cuarto años después para subir cuatro puntos más.
Pero ese fue un momento especial, ya que, en 2016, Hilary Clinton se impuso, en ese estrato, con el 65%, pero Donald Trump logró un 27%.
En cambio, Joe Biden obtuvo un respaldo hispano del 41% y el propio Trump un 30% en 2020.
Trump avanza en ese terreno, sobre todo entre votantes de origen cubano, que lo favorecieron frente a Clinton con un 54%.
Para nuestro país habrá cambios en lo que se refiere a las relaciones con los vecinos del norte y en lo que respecta al T-MEC, donde se anuncia ya una revisión.
También tendrán que pulirse los acuerdos en el marco de la seguridad y en el mejor de los escenarios buscar una colaboración efectiva.
De algún modo, nuestros paisanos, los que tienen posibilidad de elegir, pueden hacer la diferencia entre un pendenciero Trump y una muy estricta, aunque comprometida con la buena vecindad como Harris.
Publicado en Forbes México el 22 de octubre del 2024.
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