Cuando la policía de México salvó la revolución cubana

Las historias entre México y Cuba son tantas, que cada una de ellas habría podido cambiar el devenir de ambas naciones. Como cuando Fidel Castro fue detenido.


Uno de los momentos decisivos de la historia de Cuba ocurrió en México, el 21 de junio de 1956 cuando Fidel Castro fue detenido por agentes de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) en la calle de Mariano Escobedo.

Los agentes le seguían la pista, como a tantos otros sobre los que existía la sospecha de que anidaban ideas revolucionarias o subversivas.

Más allá de las leyes de la historia, lo cierto es que el capitán Fernando Gutiérrez Barrios, uno de los policías políticos más refinados y a la vez despiadados, decidió el destino de un puñado de barbudos, incluido Ernesto El Che Guevara, que tenían el objetivo de derrocar al dictador cubano, Fulgencio Batista.

Gutiérrez Barrios los interrogó y luego liberó, para que iniciaran su travesía en el Granma partiendo de Tuxpan, Veracruz.

Esto siempre lo recordó Fidel y hacía gala de ello.

¿Qué determinó que la DFS procediera de esa forma? ¿Qué interesas había para que así se procediera?

Lo más probable es que el tema se haya resuelto entre la intuición del policía y la seducción del revolucionario.

Gutiérrez Barrios escribió un informe en el que se daba cuenta de las actividades en México, pero a la vez le restó importancia a lo que estaba por ocurrir.

Quizá en realidad apostó a la chica y ganó, como pocas veces en la atribulada historia de los movimientos de liberación.

Así son las cosas, se definen en el terreno, en horas decisivas y no en los grandes salones del poder, aunque ambos personajes iban ocuparlos en las próximas décadas.

Por eso no es extraño que los lazos entre los revolucionarios cubanos y la élite política de México, sobre todo la del PRI, se afianzaran a lo largo de los años.

Una década después del encuentro entre Castro y Gutiérrez Barrios, el apoyo cubano sería muy importante en el contexto de la guerra fría y sobre todo ante los grupos guerrilleros que empezaron a expandirse y actuar con mayor fuerza después del Movimiento Estudiantil de 1968.

Cuba refugió ex guerrilleros a petición del gobierno de México, una vez que se implementó la Ley de Amnistía en 1978, pero desde La Habana no hubo apoyo a aventuras revolucionarias.

Foto: sitio Fidel soldado de las ideas

Este tipo de acuerdos hicieron posible una relación de respaldos en momentos difíciles.

No es extraño que dos mandatarios mexicanos, José López Portillo en 1980 y Andrés Manuel López Obrador, hace unos días, hayan recibido la Orden de Martí, la máxima condecoración de Estado.

El fin de semana, el presidente López Obrador estuvo en La Habana.

Ahora el presidente es Miguel Díaz-Canel y Raúl Castro está retirado de la política, pero las biografías pesan, como pocas veces.

Un momento complejo, como tantos otros, pero que se ensambla desde aquellos días en que Fidel y El Che, planeaban una revolución, desde la Ciudad de México, en un tiempo que permanece, aunque a veces esté cubierto por las brumas de la propia historia.


Publicado en Forbes

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