Conacyt y la traición de los canapés

Conacyt y la traición de los canapés. El caso de los 31 científicos acusados de lavado de dinero y de crimen organizado no terminará bien para nadie.

Ellos ya fueron señalados ante la opinión pública, con todo el daño que eso genera  y donde se revierte la posibilidad del debido proceso.

Pero también para la titular del Conacyt, María Elena Álvarez-Buylla y por supuesto para el fiscal Alejandro Gertz.

En la Fiscalía General de la República (FGR) dieron un paso en falso, que puede resultar muy costoso, por caer en la patrañas ideológicas de quien ahora se ocupa de dirigir la ciencia en nuestro país.

Los argumentos de la FGR son inquietantes, porque equiparan a los ex servidores públicos del Conacyt, con una banda delincuencial muy peligrosa y para la que piden castigos que podrían llegar a los 80 años de prisión.

Un  despropósito, por supuesto, inclusive si existieran en realidad motivos para preceder contra ellos, que hasta el momento no han mostrado los fiscales y que en todo caso no han convencido a los jueces a los que se solicitaron las órdenes de captura.

Ignoro si el fiscal consulta los temas relevantes y de alto impacto con Palacio Nacional.

Pero en todo caso tiene la obligación de no comprometer al Poder Ejecutivo, metiéndolo en laberintos de los que luego es muy difícil salir.

Conacyt y la traición de los canapés

En todo caso, le ley le otorga a la FGR la autonomía Constitucional.

Por ello las responsabilidades de lo que ahí se decide, al final del día, son de quienes ahí laboran, más allá de la relación que pueden tener con otros factores del propio poder.

¿Por qué Gertz se enredó en una situación así?

Es probable que nunca lo sepamos, pero se puede intuir que quiso hacerlo para quedar bien con los sectores más radicales de la 4T, donde conciben a los científicos como una cofradía elitista que estuvo al servicio de lo que ellos llaman “neoliberalimo”.

Por eso se pierden en los detalles, que si iban a restaurantes, que tomaban vino, que si compraron una casa, que comían canapés o que usaba la tintorería.

En el fondo es absurdo, porque los gastos que se ejercieron en el Foro Consultivo, Científico y Tecnológico, están acreditados en diversas auditorias y eran respaldados por la normatividad del momento.

En todo caso lo que se tendría que discutir, es la pertinencia de un organismo así y si ello contribuye a los intereses del país.

A instituciones tan prestigiosas como la UNAM y la UAM les pareció que sí, pero quienes gobiernan pueden considerar que no.

Empero ello no debe derivar en una disputa legal y mucho menos en la persecución de quien piensa distinto.

En esos pliegues se puede percibir el error en el que cayó el fiscal Gertz o quizá también el comulgue con mafufadas como la ciencia proletaria.

La verdad no lo creo, pero todo es posible.


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