Nixon y la descomposición policial en México

Ciudad de México.- Richard Nixon le declaró la guerra a las drogas en 1971. Cinco décadas después podemos decir que los resultados son desastrosos y que se generó una violencia que se volvió crónica en los países de producción y en las zonas de trasiego.

En nuestro país inició, desde los setenta, un fenómeno que terminó por pudrir a las corporaciones policiacas. El inició del combate a las drogas coincidió con la proliferación de grupos de guerrilla campesina y urbana. Los primeros por condiciones sociales lamentables y los segundos por la ausencia de salidas democráticas al autoritarismo y, sobre todo, por la sacudida que significó la masacre de Tlatelolco en franjas de las juventudes comunistas y en organizaciones de izquierda radical.

Los gobiernos de Luis Echeverría y de José López Portillo instrumentaron una estrategia al margen de la legalidad para enfrentar a los rebeles y para ello utilizaron a elementos de distintas fuerzas de seguridad que se integraron a la Brigada Blanca.

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En los hechos se les dio una patente de Corzo que significó hacerse de la vista gorda en la colusión con el narcotráfico y en la participación en diversos delitos, como el contrabando.

La Guerra Sucia tuvo un elevado costo en derechos humanos, pero también significó el que se dejara a las policías en manos de verdaderos bandidos. Se llegó al extremo de modificar el portón de entrada de vehículos en el edificio de la DFS, en Plaza República, para permitir que pudieran entrar tráileres con mercancía procedente de Estados Unidos y que no pagaba impuesto alguno.

Los poderosos comandantes de la DFS podían hacer lo que se les diera la gana, a cambio de una lucha frontal contra las guerrillas, donde no había límites, la tortura estaba institucionalizada y la desaparición forzada era tristemente frecuente.

Esto empezó a cambiar en el gobierno de Miguel de la Madrid, donde se avanzó en esquemas de profesionalización y se desapareció a la DFS. Terminó la Guerra Sucia, pero no la guerra contra las drogas.

En el periodo presidencial de Carlos Salinas se hizo énfasis en la depuración de la PGR y se fundó la CNDH. Con Ernesto Zedillo se creó la Policía Federal Preventiva, el primer esbozo serio de construcción policial, que derivaría en la Policía Federal, que tuvo impulso con Vicente Fox y una verdadera transformación con Felipe Calderón.

Lo que no se hizo, por desgracia, es apartarse de la idea de combate punitivo a las drogas, lo que significó una guerra sin fin y en la que aún ahora nos encontramos, con el añadido, inquietante, de que ya no existe la Policía Federal, la seguridad está militarizada, y no hay propuestas de generación de una estrategia novedosa que abandone las tesis de Nixon, las de hace 50 años.

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